jueves, 10 de septiembre de 2009

Noche de fruición estética-vanguardista

El sábado pasado asistí con Nas a una de la presentaciones que se ofrecieron, en el marco de la Cuarta Noche de Teatro, en el Centro Cultural Universitario de la UNAM. La obra que presenciamos, A breaking down and a multiplication of tissue, es una propuesta para la deconstrucción de cinco de las bellas artes: teatro, poesía, danza, música y cine. Dicha deconstrucción pretende explorar, más allá de la significación cotidiana, la conjunción de diferentes perspectivas sobre la experiencia estética. La puesta en escena no esta cimentada sobre el diálogo, ni sobre una historia, sino que se plantea como un manifestación que no debe entenderse, sino sentirse; la obra redime el aspecto sensitivo-subjetivo del arte y deja de lado el aspecto racional-objetivo.

El gran eje sobre el que gira la acción de la puesta en escena (dejaré de la lado el término "obra de teatro" porque limita los alcances y propuestas de la presentación), es la performance de una bailarina que, a lo largo de toda la obra, representará lo lúdico: el movimiento de vaivén que no aspira a fin alguno; los movimientos de danza serán el marco en el cual se insertan videos proyectados en pantallas, pantallas de diferentes tamaños que están en movimiento y que nos recuerdan lo fragmentario de la "visión" humana; también durante esas pausas se presentan hombres que nos recuerdan lo cotidiano jugando al futbol, que realizan tareas de empleados de intendencia, y que, como un espejo de los movimientos de la bailarina nos hacen reflexionar sobre la dialógica entro lo cotidiano-utilitario y lo trascendente-estético. En las pausas de la performance dancística, se presentan también poemas que retoman los postulados de la escritura automática y de la poesis tristantzariana; dichos poemas aparecen proyectados o recitados por un músico, lo cual nos lleva un aspecto bastante intersante de la puesta en escena: la música.

La música, en A breaking down and a multiplication of tissue, tiene dos funciones: cuando el músico en escena usa su guitarra para musicalizar los versos que declama y que se proyectan en el escenario, reconcilia a la poesía con su antigua hermana, como en el tiempo de los aedos, como en la era de juglares y trovadores; pero por otro lado, la música electrónica (intrepretada en directo), con sus loops repetitivos, se enlaza directamente con la propuesta de vaivén y juego de los movimientos de la bailarina...



¡naaaaaaah!


La verdad es que el sábado pasado tuve de oportunidad de presenciar, en el teatro Juan Ruíz de Alarcón, la expresión máxima del kitsch. Como decía, Nas y yo fuimos a la Cuarta Noche de Teatro, un evento que consistía en doce horas (de las 19:00 hrs del sábado a las 7:00 hrs del domingo) de teatro, música, proyecciónes y conferencias. Sonaba bastante tentador pasar toda la noche cultivando el espíritu, pero Nas había estaba un poco cansada por haber trabajado toda la mañana y yo debía laborar el domingo a primera hora, de modo que decidimos asistir sólo al primer montaje y quedarnos al primer concierto. La primera obra fue, como ya señalé en los párrafos crítico-vanguardistas que abren esta entrada, A breaking down and a multiplication of tissue; por el título, pensamos que la obra sería basada en un texto en inglés y entramos con la expectación de ver un montaje en una lengua extranjera (con todas las dificultades que eso representa).

Nos acomodamos en nuestro asiento y mientras empezaba la función me dediqué a hojear despreocupadamente el programa; sin embargo, cuando leí en la reseña de la obra: "
No hay que buscar entender. Hace falta más bien dejarse ir, perderse y gozar", empezé a sospechar que nos ibamos a enfrentar a algún engendro pretenciovanguardiexperimental, pero decidí evitar prejuicios, presenciar la puesta y guardarme los juicios para el final.

Desde que entramos al teatro, la ya mencionada bailarina caminaba en círculos sobre una pequeña plataforma cuadrada; cuando la última llamada fue voceada, la plataforma y la bailarina salieron del escenario mientras ésta comía un platano; dos pantallas descendieron y dos tipos jugaron con un balón de futbol mientras se proyectaba un video sobre unas niñas indias. Después música electrónica y unos "poemas" proyectados sobre el fondo del escenario. Nuevamente la bailarina y una señora vestida como empleada de intendencia que empujaba un mueble de donde colgaban vestidos, algunos movimientos de la bailarina cuando de pronto se vació encima un balde de agua. Mientras dos hombres aparecen para limpiar el agua derramada, vuelven a aparecer pantallas y se proyecta un video sobre una niña oriental que se baña en una tina. Más movimientos de la bailarina y de pronto un músico con una jarana que comienza a declamar poemas, nuevamente la pantallas y
una señora vestida como empleada de intendencia que empujaba un mueble de donde colgaban vestidos; algunos movimientos de la bailarina y de pronto caen chorros de agua desde arriba del escenario; movimientos de la bailarina y mientras dos hombres aparecen para limpiar el agua derramada, un músico con una jarana que comieza a declamar poemas, después música electrónica y unos "poemas" proyectados sobre el fondo del escenario, al final a plataforma y la bailarina salieron la escenario mientras ésta comía un platano, la ya mencionada bailarina caminaba en círculos sobre la pequeña plataforma cuadradada.

Cualquiera que lea el párrafo anterior se dará cuenta que la mitad de éste son sólo una cuantas oraciones repetidas varias veces, sin coherencia, cohesión o sentido; y sin embargo, describe a la perfección lo que vimos esa noche en el Juan Ruíz de Alarcón. Como ya señalé en una entrada anterior, pareceré un tipo anácronico y tradicionalista, pero creo que el montaje que vi ese día no fue más que un montón de actos sin ninguna relación y con mucha pretensión. Y es que, -por lo menos desde mi punto de vista- el objeto artístico, es un mensaje, cuya función (según Jakobson) se orienta a sí mismo (el arte por el arte) y que puede (debe) ser decodificado distintos niveles. El objeto artístico es un texto (en el sentido etimológico de la palabra), un tejido de signos (icónicos, sonoros, visuales, etc) que tienen una relación interdependiente y que a su vez establecen relaciones con otros signos exteriores a ese texto-objeto-artístico.

Uno de los aspectos que (creo) hace del arte algo trascendental es su capacidad, en tanto texto, de generar múltiples y nuevos significados; un "clásico" en el arte es tal, porque a pesar del tiempo, puede
ser objeto de nuevas interpretaciones, gracias al entramado de signos que le dan forma (tanto de forma inmanente como extra-textual). Por lo tanto, creo que una obra que se vende declarando sobre sí misma "No hay que buscar entender" no es más que una vacilada. ¿Cómo calificar el trabajo de los actores si lo único que hicieron fue patear una pelota, caminar con una grabadora en la mano y usar un trapeador?, ¿un diyéi puede crear música "en directo"?, ¿cúal es el significado de un montón de "poemas" que no son sino un montón de palabras unidas mediante un generador automático de textos (o lo que es lo mismo al azar)?

En un momento de la obra, la bailarina bajó del escenario y empezó a gatear entre las butacas, en medio del público. Cuando la obra terminó, Nas me comentó, "lo de la bailarina entre el público fue el colmo, como si para acabar de ser bien transgresores tuvieran tambien que romper la cuarta pared", cuando me dijo eso sólo me vino una palabra a la cabeza: kitsch. Y es que lo vimos no fue más que un clarísimo ejemplo de lo que Umberto Eco define como kitsch: la creación del efecto fácil, el objeto que se asume como artístico y no es más que la suma de "lugares comunes del arte" (que Eco define como estilemas); la finalidad de los objetos kitsch es ofrecer el caché de la fruición estética, pero sin el esfuerzo que conlleva la apreciación, reflexión e interpretación del objeto artístico, en otras palabras vil pre-ten-sión. La obra que vimos, al renunciar desde su génesis a ser "entendida", en aras de venderse como un "montaje experimental", se convirtió en algo kitsch. Y no es que el consumo impresionista y gastronómico de la obra de arte no sea algo válido, como ya señalé, el arte -en tanto mensaje- puede ser decodificado a distintos niveles, el problema es cuando la obra de arte se presenta como decodificable a un sólo nivel, por cierto el más bajo e irreflexivo.

No encuentro mejor forma de cerrar esta entrada que con este boceto, cortesía de Lutsek de Filosofía de la Ducha, que ilustra a la perfección lo mi opinión sobre la relación entre el arte tradicional y gran parte del arte contemporáneo.



Por cierto, después de lo que vimos en la obra decídimos desistir del concierto, que también se ofrecía como música "experimental". Total, si deseo escuchar algo "bien experimental", tengo el Song X de Ornette Coleman y Pat Metheny...









3 comentarios:

  1. Horror de occidente!!!

    Que espanto, el infierno debe parecerse mucho a eso...

    La unica ocacion en que tuve que sUfrir algo semejante, me volvi a la compañera de facu que me habia invitado y le dije lleno de angustia, "la unica forma de que yo no salga corriendo ya mismo es que me asegures una mimnima chance de sexo despues de la funcion". Para mi horror me dijo "... buuuueno..." ¡ y me tuve que quedar a ver 46 minutos de sergio don vailando el bolero de ravel pero pasado al reves y acompañado con musica indu en vivo!!!!. Jamas volvi a ser el mismo.

    Saludos!!

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  2. Daniel, por lo menos usted tuvo una recompensa, yo tuve que quedarme porque estaba demasiado lejos y demasiado oscuro como para poder huir...

    Gracias por leer y comentar

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  3. wuauuu que noche, tambien suelo participar en muchos eventos de arte y de teatro de las cuales en su mayoria me han gustado pero solo una vez tuve ganas de escapar de ahi jja... me gusta los temas que tratas en tu blog muy interesante.

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